Te vi vestida anoche,
Te vi muy sonriente,
Te vi y no me miraste;
Eras tan diferente.
Tu hombro recogía
La magia de tu pelo.
De a rato te espiaba.
Creo que eran los celos.
Te vi tan fascinado,
Te vi y fue mi consuelo,
Te vi sentada a un lado
Y al fondo había un lucero.
Me acomodé las mangas,
Me estimulé el diafragma,
Me levanté en seguida,
Y derroté mi karma.
Nos separaban dieciséis pasos
A mí de ti, la cobardía;
A ti de mí, la picardía.
Del que acariciaba tus brazos.
Me escondí detrás del arbusto
Me golpeé el pecho y sequé las
manos
Me acomodé el cabello
Para recuperar el trago.
Quise no seguir mirándote,
Quise, pero me fue imposible;
Quise, al verlo, golpearle fúnebre
El rostro, cualquier o cualquier
otra área libre.
Preferí verte e imaginarte desnuda
Besarte cada vez que levantaba la
copa;
Preferí mirarte hasta que pensativa
Me sorprendiste y sentí que me
aflojaste la ropa.
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