R. M. Millán

sábado, 5 de marzo de 2016

Te vi sonreír

Te vi sonreír y me detuve sin notarlo,
Se detuvo el sol y el día ya no quiso ser noche;
Se detuvieron las aves,
El vuelo,
La brisa,
Hasta los pulmones se estimulaban con tu impresión.

Te vi sonreír y me hice inerte;
Se detuvo el sentido,
El cuerpo ya no era sino compacto;
Se detuvieron las olas y el mar;
Los mares
Apagaron los huracanes.

Te vi sonreír y me detuve,
Se detuvo el tiempo;
Te vi sonreír y me credo se deshizo ante tu presencia
Mi intención quedó atrapada en un poro congelado.
Quise acercarme y abrazarte
E indispuesto, claro, se detuvo mi cuerpo.

El tiempo que fijé la mirada en tu franqueza
Se colgó en mi culpa la nostalgia;
Me sentí culpable,
Casi dueño absoluto del interior de tu pesadumbre.

Ni siquiera te conozco bien,
Y lo confirmo no por los años a tu lado
Sino por el descubrimiento repentino que dejaste escapar
En un ensimismamiento,
Una sorpresa que no creíste
Llegar a escuchar jamás.

Desnudaste tu pudor,
Quedaste en evidencia,
Pero tierna situación que te arrebató una sonrisa sin igual
Oculta y sacra
Que no volveré a ver jamás.

Pero qué fortuna la mía
Porque viví para verte sonreír de verdad,
Como nunca nadie lo ha hecho,
Quiero ahora cambiar las piezas del rompecabezas
Y enterrar tus depresiones en campos menos vulnerables.

No quisiera dejar de ver esa perfección en ti al sonreír,
Aunque no tolero reconocer que sufres.
Tanto sufres que tu mirada llora sin que lo notes;
Que tu mirada irrita
Y que al mirarte fijo
El corazón se me acelera como ahora,
Y siento miedo,
Siento tu miedo.

Seamos justos,
Si voy a sentir tus males
Déjame también sentir tus bienes.
Y si alguna vez alcanzo tus labios,
Bésame con los ojos abiertos
Para alimentar tu poca tolerancia
Con confianza
Y sensibilidad.

No muevas la lengua si no te place,
Pero mírame fijo.
No cierres los ojos
Y hazme sonreír
Para que tú también te detengas,
Para que contemples lo que contemplo
Ahora que todo se detuvo,
Eso,

Todo se detendrá para ti también.


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