Cubrí mi espacio con losas de vidrio,
Entre pared y pared escondí mi valentía,
Sustituí el aire con conformismo,
Le puse precio a lo que sabía.
Si reía, no había
carcajadas,
Las verdades me sonaban
a ironía.
Si lloraba, las
lágrimas se secaban
Antes de alcanzarme la
mejilla.
Cubrí el suelo con losas de cartón,
Almacenaba el agua fuera del portón;
A un extremo de la ventana vacía
Veía ocultarse la mañana
Pero jamás el sol.
Teñí el techo
con trapo sucio
Para filtrar la luz y las goteras.
Contemplé una estrella desde mi cuarto
A quien
bauticé María Marbella.
Me mentí por ratos de
tanto aburrimiento
Me enojaba a veces para
cambiar el ánimo
Había olvidado lo que
era estar triste.
No sentía ni angustias
por sexo barato.
Cubrí mi jardín con flores insectívoras,
Me daba miedo
escuchar los grillos.
Crie dos sapos y tres arañas
Para que
cuidaran los pasillos.
Les contaba historias de mi
pasado
De mis amigos y familiares
Criticaba a
muchos y a otros alababa
Pero no
interactuaba con ninguno.
Una noche ingenua
escuché ramales,
Una mujer lloraba
desconsolada
Había conseguido cuanto
quiso en vida
Menos el cariño de su
padre.
Al culminar
la noche seguía llorando
Insistía en
que no era una mujer triste
Que a su
esposo amaba
Y estaba a la
espera
De una hermosa hermana para su
príncipe.
Otra mujer lloraba tres
octavas más alto
Había perdido al amor
de su vida
Pero su compromiso con
los vivos
La atormentaba todavía.
Cantaba con la mirada
perdida
Con el pecho adolorido
y a lengua fruncida
Pegaba más gritos de
arrepentimiento
Que de tragedia o
agonía.
Con ambas piernas
desvalidas
Decidió andar con su
condena
Me bendijo hasta
exhausta y adolorida
Y sin detenerse
continuó con la pena.
Una tercera
mujer se acercó melancólica,
Se limpiaba el
rostro con desarraigo;
Me ofreció
compañía a cambio de una melodía
Que había escuchado yo hacía
varios años.
El trapiche de mi fuerte
Había mutado mis brazos
El olor a cartón sudaba yo hasta en las piernas
En la estufa se cocinaban las ratas
Las moscas
Y las cayenas.
Miré a las mujees de suertes parecidas
Ir las tres en direcciones torcidas
Por coincidencia muy afinada
Desde Mi hasta Fa sostenida.
En mí volvió a palpitar algo en el pecho,
El estómago más que pan y agua exigía,
Y cuando vi que una lágrima de rabia me bañaba
Empecé a sentir alegría.
¡Vaya sorpresa!
Que del dolor volvió a mí la
nostalgia,
Que del pesar
volvió a mí el perdón,
Volvieron las
múltiples razones
Que intercambié sin
aparente razón.
.
La razón vino a mí de
nuevo en un son
Y quebré entonces los
murales de vidrio,
Liberé luego el
prisionero creativo
Que al nacer obtuve
por don.
Así desnudo como
había de estar
Descubrí más de lo
que podía,
Descubrí mi arte y la
osadía,
Descubrí el sentido
de escribir;
Dibujé y descubrí
hermosas melodías
Que ningún músico
supo describir.
Descubrí que mi
templo no es arquitectónico
Descubrí a qué lugar
pertenecí,
Descubrí que más y
más he aprendido
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