R. M. Millán

domingo, 7 de julio de 2013

Un adiós a El Adiós

Un Adiós
Que marca la meta de una competencia amistosa
Y
Que al avanzar cada centímetro a su frente, la rivalidad le dio forma de riña
Y
Enemistad,
Se erige hacia un público satisfecho
Y
Que no pierde la oportunidad para celebrar la victoria de un correo
Que no recibió ni la medalla ni el trofeo, sino la recompensa
Que bañada de experiencia, chocaba con el impacto provocado por la intriga de
Quienes vinieron al enfrentamiento, esperando ganarle al mejor postor;

El adiós
Que marca la lucha de un desafío 
Que consistía en goce
Y
Que se regocijó en cambio, de vergüenza;

Un Adiós
Que marca el final de lo que aparentaba ser un ciclo, pero
Que era una pendiente descendiendo a un mar seco, bañado de espinas mordidas
Y
Escamas escupidas por los piratas insensibles
Que cubren su ojo derecho para excusar sus errores
Y
Tener la libertad de conquistar el temor a través del dolor;

El adiós
Que ahora voltea al inicio
Y
Ve su propia espalda
Y
Que por miedo a emitir sus críticas dañinas, suelta en cambio lágrimas de decepción
Que van contando verdades repetitivas
Que suenan a melodías bailables para los oídos, pero
Que el luto de los pies cansados no se atreve a celebrar;

Un Adiós
Que saluda para dejar una marca de dolor a propósito
Porque de tanto desprecio se atreve a recordar las faltas del uno
Y
Del otro;

El adiós
Que ahora observa a un Adiós
Que siempre había creído mentira
Y
Que la ironía de un tiempo incierto le regaló El adiós

Que un Adiós siempre quiso ofrecer.

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