A veces despierto y sigues
dormida
Y descubro en tus pupilas
La utopía que me enamora,
Ese no sé qué explicable que no
doy a conocer.
Te observo y juego con tus cejas,
Pero no me atrevo a tocarte.
Tus pestañas son pasto que al
caerse
Adornan las praderas de tus
mejillas
Allí arriba, esos, tus pómulos.
No te mueves.
Sigues quieta, tan ligera.
Tu cabello se resbala
Y marca un camino infinito que se
pierde entre las sábanas
Me enseñan tu cuello y la
perfección de tu seno.
¡Sí! ciertamente eres bella,
Eres tan hermosa
Y tan lejana a ese par de
filántropos que te dieron vida,
Que me dieron vida.
¡No! ¡No abras tus ojos!
¡Sigue dormida!
No abras tus ojos que al verte me
miro
Y al mirarme vuelvo a la realidad.
A una realidad fañosa que me
prohíbe verte,
Mirarte, observarte.
Que me obliga a ser el otro que
conoces
Y no el yo que quiero mostrarte.
¡Tranquila! Sigue dormida,
Mi hermano aún no regresa.
Ni siquiera he llegado a tus
labios…
Tan deseosos como la fresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario