R. M. Millán

viernes, 19 de agosto de 2016

Palabras rotas

Una palabra rota, 
a medio decir, 
a medio escribir, 
Que una vez estuvo completa,
Que alguna vez estuvo jurada
Y no alcanzó la tinta 
Ni las ganas
Ni la honestidad.  
El origen de la palabra rota,
Igualmente roto,
Siembra la duda del pasado.
El auto siempre hubo consigo
El mático o el móvil,
Incluso el ego, 
Pero no deja de estar rota
Como tu palabra,
Tu promesa.
La imagen acústica está rota,
La interjección se haya confusa,
La H ha perdido la voz,
Y la voz ha dejado de extrañarla;
Ahora no sabe si arder con Hay
Si existir con Ahí
O llegar al Ay. 
Es que las palabras se han roto.
Lo que dijo 
Quien primero abrió la boca
No lo dice 
Quien ahora escucha el eco,
Porque el tiempo 
Cual cuchillo en el viento
Hizo metástasis
En el oído del indefenso.
La palabra rota
Ha dominado el mundo
Se ha vuelto implacable y genocida.
La palabra rota 
Se convirtió en deporte
Y su tecnología
Ha envejecido los diccionarios.
Oí de algún resurgimiento,
De algunos Shakespeares
Y otros Dantes.
Escuché
De algunas casas reviviendo
En pueblos venezolanos,
Vi plumas en vitrinas de moda;
Me asombré,
Eran niños con cuaderno en mano;
Sentí que el alma me vino al cuerpo
Porque no usaban el lápiz en vano.
He de llamarlos soldadores del eco
Arquitectos de lo sano,
De bautizarlos en nombre de Dios
Y de volverlos en la Literatura,
Arcanos.
Las palabras rotas constituirían
Su rompecabezas,
Su entretenimiento provisorio,
Las enemigas inofensivas 
Qué reduzcan lo poco obvio.